La enfermedad es un tema que nos afecta a todos, sin excepción. Muchas veces aparece de forma inesperada y sin avisar. Tarde o temprano nos tocará la puerta.
Ante este tipo de situación adversa tenemos dos opciones; sucumbir y hundirnos en la desesperación y la tristeza o, sobreponernos, salir fortalecidos y aprender de ella.
Sin duda, esta segunda opción es mucho más atractiva y, la buena noticia, es que requiere sólo voluntad y esfuerzo diario, es decir, es algo de lo que nosotros podemos hacernos cargo.
Por supuesto que hay momentos de tristeza, miedo, desesperación…lo cual es perfectamente normal, adaptativo y necesario, pero en conjunto se trata de construir una actitud positiva, resiliente y feliz durante todo el proceso, con el fin de contribuir favorablemente en nuestra salud física y emocional.
En este sentido, les comparto cuatro pautas para aprender a encarar la enfermedad como lo hacen los gurús de la inteligencia emocional.
1. Normalizar la enfermedad
La enfermedad es una característica de la vida. Generalmente, nos amargamos ante la aparición de una enfermedad cuando nos decimos a nosotros mismos que es algo terrible.
No obstante, si nos decimos a nosotros mismos: esto es normal, todo el mundo pasa por esto en algún momento de su vida, podremos procesarla de una mejor manera.
El conflicto viene cuando nos compararnos con personas que están aparentemente sanas y nos sentimos mal.
En ese momento es importante no perder de vista que en los siguientes años o décadas muchas de las personas que nos rodean, incluso nosotros mismos padeceremos una o más enfermedades, porque es lo natural.
Simplemente, nos queda rendirnos ante el fenómeno del cambio que se manifiesta en todos los aspectos de nuestra vida.
Tener una enfermedad no es el fin, puede ser el comienzo de una nueva vida más consciente y plena, en donde veamos belleza donde los otros ven tragedia y luz donde los otros ven oscuridad.
2. Vivir el momento presente
Muchos de nosotros vivimos anclados en el pasado o gastando demasiada energía pensando en el futuro.
Lo cierto es que el presente es lo único que tenemos y que requiere nuestra atención; desde sentir el aroma del café por las mañanas, escuchar el canto de los pájaros, saborear una rica merienda, escuchar nuestra música favorita, tomar una ducha caliente, dar un abrazo, ver las estrellas por la noche, incluso el sólo hecho de amanecer ya es un regalo maravilloso.
Por ello vivir cada instante de nuestra vida con disfrute, entusiasmo y alegría nos ayudará a vivir en plenitud.
El miedo a la muerte y a la enfermedad se difuminan centrándonos en el hoy y comprometiéndonos a vivir con asombro y éxtasis el momento presente.
3. Tomar la enfermedad como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje
La enfermedad nos viene a enseñar algo que necesitamos aprender.
En efecto, cuando emprendemos el viaje interior de conocernos a nosotros mismos desde la aceptación, toma de consciencia y autorreflexión, a nuestras verdades nunca dichas, a nuestras emociones y nuestros propios miedos, empezamos nuestro camino de sanación personal y con ello se nos abre un mundo lleno de posibilidades que nos invitan a vivir la enfermedad desde nuestra mejor versión, conectando con nuestros propios recursos y fortaleza interior.
No es sencillo, pero sí es una maravillosa oportunidad de comenzar a desarrollar la paciencia, aprender a convivir con la incertidumbre, perdonar o perdonarnos, tratarnos amorosamente, trabajar el desapego, entre otros.
Una enfermedad puede convertirse en una gran hazaña y sólo nosotros podemos ser los protagonistas de dicha aventura.
4. Perder el miedo a la muerte
“Algunas personas tienen tanto miedo de morir que nunca comienzan a vivir.”
-Henry Van Dyke-
Existe una evidencia irrefutable; antes o después todos nos vamos a morir.
Vivimos en una cultura que se niega a pensar en la muerte, en donde predomina la creencia de que la muerte es algo negativo o malo.
De hecho, solemos tener una concepción dualista del mundo: bueno-malo, blanco-negro, luz-oscuridad, vida-muerte… Confundimos la realidad con nuestras creencias.
Nuestra misión es “ver” la realidad desde el silencio de la mente y no desde nuestros juicios preconcebidos.
Es en ese momento cuando comprenderemos que la muerte es parte natural de la vida.
Ante la muerte de un ser querido o ante cualquier enfermedad, pensemos que los cambios en todas sus facetas son constantes, naturales e inevitables.
Nos moriremos cuando sea el momento, mientras tanto vivamos con intensidad y mañana ya pensaremos cómo disfrutar el misterio de nuestra existencia.
En resumen, es importante tener presente que la enfermedad es una parte natural de la vida, que está sujeta a constantes cambios que son inevitables y que escapan completamente de nuestro control.
Conviviendo con la enfermedad desde la aceptación, la consciencia y la autorreflexión, podremos iniciar el maravilloso viaje de crecimiento personal y sanación emocional.
Antes o después, a todos nos llega, por ello es importante estar preparados para poder encararla de la mejor forma posible.
Si has llegado hasta aquí, en buena hora, espero haberte hecho pensar y haberte dado otra mirada sobre la enfermedad.
Déjame saber tu opinión en los comentarios.
Ingrid Del Aguila
Life Coach
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